El sutil encanto de la progresía, el izquierdismo y la reacción... por CGG..

Alrededor del paro parcial del jueves pasado, como ya ha ocurrido en otras ocasiones, se generan algunos debates en las redes sociales, sobre la conveniencia o inconveniencia de la medida y/o la justicia de los reclamos gremiales, bien que estos parecían difusos o no suficientemente explicitados.
Pero sobre todo, y quizás lo más importante es que lo que quedaba velado, al igual que en los anteriores de la entente gordos-troskos-michelin, es que en realidad lo hacen contra el gobierno nacional, invisibilizando al sector patronal, sujeto antagónico por intereses y con quien se debería confrontar. De allí, que cobrara verosimilitud la expresión del Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich de que este era "un paro político". Al margen de que podría discutirse largo y tendido sobre la pertinencia de la aseveración, en tanto y en cuanto todo paro, pero no solamente esa acción, constituye un hecho político, tanto como las declaraciones que la cúpula de la Iglesia realiza de tanto en tanto, un comunicado de la DAIA, la visita de Martín Insaurralde al programa de Tinelli, los infomerciales sobre seguridad disfrazados de realitis policiales, que publicitan el supuesto paraíso filmado por miles de cámaras del corredor norte del conurbano bonaerense donde pisa fuerte Massita, los anuncios permanentes de futuras obras del gobierno del frente progresista santafesino (bien que muchas sólo quedan en maquetas), pasando por la marcha al monumento a la bandera de unos miles de rosarinos reclamando seguridad, fuertemente motivada en el homicidio del joven hijo de un comerciante del barrio de Echesortu, ocurrido en ocasión de robo. El listado podría ser más extenso aún, pero el punto es que en los dichos de Capitanich, se encierra una descalificación, no por invalidar el carácter político de esa y otras acciones, sino por "mostrar" y comunicar con efectividad, que en realidad el paro tenía otras motivaciones que no eran exactamente las gremiales.

 En las redes suelen generarse cruces motivados fundamentalmente por el llamado impuesto a las ganancias y el reclamo de su eliminación o bien la suba del mínimo a partir del cual se tributa. Resulta risueño, si no fuera por las consecuencias que ya ha tenido este falso lugar, ver como, al igual que lo acontecido en ocasión de la pelea por la 125, muchos laburantes, que no están dentro del 10% abarcado por el impuesto, se colocan en la vereda de enfrente y defienden intereses que le son ajenos, haciendo propias consignas tan vacías de contenido como generadoras de confusión sobre los sujetos en conflicto como "EL SALARIO NO ES GANANCIA". La mezquindad de intereses, que implica desfinanciar al estado, es a veces disfrazada con una retórica pseudo progre o de izquierdismo bobo, pero a veces deja paso al más profundo espíritu liberal reaccionario, con un fuerte matiz antipolítico típico de los 90 pero que perdura en el tiempo y brota cada tanto al apenas raspar un poco la olla...