Lunes a Jueves de 20 a 21 Horas.

Lunes a Jueves de 20 a 21 Horas.
HACER CLICK EN LA IMAGEN PARA ESCUCHAR LA RADIO

miércoles, 2 de abril de 2014

POR SIEMPRE, GRACIAS, A LOS HERMANOS QUE COMBATIERON EN MALVINAS!!

Por Clemente Gómez Grandoli

No quisiera haber estado en Malvinas siendo soldado.

Hice la colimba en el 78 en Olavarría, en un regimiento de caballería. Allí supe y tuve que guardar silencio por lo que todos pueden imaginar, que algunos oficiales y suboficiales hacían todo lo peor que puedan imaginarse en una supuesta lucha "antisubversiva". Pero además conocí de adentro al Ejército, una corporación de inútiles, resentidos, cobardes y fracasados en distintos niveles y responsabilidades. Improvisados, que por suerte, y gracias a la gestión de un Papa del que ni siquiera recuerdo el nombre, no concretaron su ilusión bélica contra Chile.

En aquel regimiento, entre otras cosas, solían hambrearnos a los "milicos" como nos denominaban, distrayendo el dinero destinado para alimentarnos y los sueldos míseros que no recibíamos, sí así como les digo, nos formaban en fila para cobrar y cuando llegábamos frente al pagador, nos decían que firmáramos porque los habíamos "donado",  para solventar sus campeonatos de equitación y de polo. Y durante semanas nos tiraban incomibles guisos de soja, y si no tenías algún mango para comprar un sanguche en la cantina, te cagabas de hambre y lola….mento. Aprendí con ellos el arte de la simulación, del engaño y la mentira, para sobrevivir. Estábamos mal vestidos, eramos maltratados y sometidos a un salvaje sistema de “bailes” para disciplinarnos. La “instrucción”, el período donde supuestamente nos enseñaban los rudimentos que después nos serviría en un supuesto conflicto bélico, duró casi dos meses en campos de Amalita Lacroze de Fortabat.

Durante el mismo, en carpas de campaña que armábamos de a dos, primero “desmontamos” el terreno, sacamos las matas, limpiamos el terreno y la mayor parte del tiempo fuimos juguetes para el divertimento de los zumbos (suboficiales) que además de maltratarnos no nos enseñaron absolutamente nada que pudiera servirnos para la guerra. Sólo disparamos dos veces, sí dos veces como escuchan, con unos fusiles “Fal parac”, fusiles de culata rebatible para uso de paracaidistas. La primera, una salva de tres tiros hacia blancos fijos a una distancia de 150 metros, de día y a campo abierto. La segunda, usándolos “a repetición” frente a blancos cercanos. El índice de aciertos era pobrísimo, pero a nadie parecía importarle, porque NUNCA habíamos estado en guerra, y parecía ser tan sólo un ritual para cumplir, y además las balas eran muy caras, como solían decirnos. También participamos en supuestos combates nocturnos, con balas trasantes (las que dibujan su trayectoria en rojo) que disparaban otros que no eramos nosotros.  Como el lugar estaba lleno de ratones, tiempo después nos enteramos que un compañero murió de fiebre hemorrágica, pero eso fue mucho tiempo después.

Entre otras cosas, recuerdo de aquella supuesta formación, una tarde donde supuestamente nos enseñarían a combatir “guerrilleros” en lucha urbana. Durante horas, nos hicieron construir una choza con ramas y yuyos con nuestras manos, después nos dejaron comer y cuando terminamos nos dijeron que nos metiéramos adentro, apiñándonos como en un colectivo en hora pico. Nos dijeron que nos numeráramos y que en caso de ataque debíamos cumplir con el plan de salida de acuerdo al orden numérico. Sabíamos, que algo nos iban a hacer pero no podíamos oponernos y así esperamos sometidos a su arbitrio. Pasados unos minutos, nos largaron dos bombas lacrimógenas, justo al centro de la supuesta “construcción”. Aguantamos lo que pudimos y cuando los primeros salían, eran golpeados entre risas de los supuestos instructores. Algunos vomitaron sobre sí mismos tratando de cumplir, pero de todos modos fuimos castigados por no cumplir con las órdenes.

Del resto del año de colimba prefiero ahorrarles el relato.

Por eso, entre otras cosas, no quisiera haber sido soldado en la guerra de Malvinas. Porque tenía la intima convicción de que mis hermanos que fueron enviados a las islas, fueron en las mismas malas condiciones de instrucción, vestimenta y armamento que yo había padecido. Por eso, esa mañana cuando mi vieja me despertó, con emoción y una expresión de algo que podría ser alegría, lo único que atiné a decirle fue: no no no no… y taparme la cabeza con la almohada, frente a su atónita mirada…..me imaginé lo que sucedería y me puse en el lugar de mis hermanos.

Pero de todos modos, y poniéndome en el lugar de los que fueron, sólo tengo para ellos un enorme agradecimiento porque a pesar de todo, sé que pusieron lo mejor que pudieron por una causa justa, aún en el peor momento y en las peores condiciones.

Salud y gracias compañeros!









No hay comentarios:

Publicar un comentario

esperamos vuestros comentarios.....