Atrapante si las hubo, fue la persecución en la que el detective
Bullit, encarnado por el legendario Steve McQueen, a bordo de su poderoso Ford
Mustang GT intenta alcanzar a dos asesinos que iban a bordo de un Dodge
Charger, en aquel clásico del cine de suspenso, y que tenía como marco a las bellas
calles de San Francisco. Épicas, las persecuciones que Simon Wiesentall, realizó
durante décadas para atrapar a asesinos de guerra Nazis. Desastrosa podríamos
calificar a la persecución en la que el faraón y su ejército, se internan en el Mar Rojo, justo en la brecha
entre las paredes de agua que Moisés había abierto para dejar pasar al pueblo
elegido por Dios, y que una vez que hubieron pasado los hebreos, los egipcios
perecen ahogados al cerrarse el pasadizo. Frustrante sin duda, fue la
persecución de Alemao al Diego, justo antes de que le pusiera aquel magistral pase
al Pájaro Caniggia, que ni lerdo ni perezoso convirtió tras dejar revolcado en
el piso a Tafarell. Con mucha saña y crueldad fue llevada a cabo, la
persecución sobre la familia Oesterheld, por parte de los represores de la
dictadura. En fin, larga podría ser la lista de perseguidos, perseguidores y
formas de persecución, pero a que corno se referirá, casi a coro, buena parte
del periodismo nacional cuando habla de “persecución fiscal”. Si la AFIP o como
se llame en el resto del mundo a las agencias recaudadoras de impuestos,
investigan o piden a un contribuyente que brinde alguna información fiscal, ¿Porqué
habría de considerarse tal acción como PERSECUCIÓN? Y por otra parte, no
sabíamos que además de tener el privilegio de no pagar impuesto a las
ganancias, los jueces estaban excluídos de las demás obligaciones fiscales……
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